¡Hoy celebramos y agradecemos a los 350 pensionados que compartieron sus invaluables relatos con nosotros! Sabemos lo significativos que son estos cuentos para todos los participantes.

Con gran emoción, les presentamos a los diez ganadores del concurso:

¡Ceremonia de premiación del concurso literario Entre Canas y Cuentos!

El día 31 de julio, celebramos la selección de finalistas y ganadores del concurso.

Durante esta instancia, pudieron dar a conocer sus experiencias, proceso creativo y recibir los reconocimientos del concurso.

¡Felicitaciones para todos!

Les damos las gracias por compartir sus historias y sensibilidad con nosotros.

¿Qué dicen los ganadores?

Estos son algunos de los comentarios que destacamos de los participantes y experiencia en Entre Canas y Cuentos.

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Víctor Celis

“La verdad es que me entretuve mucho, no me lo esperaba, de verdad. Además, la participación, la actuación de la gente de Penta, la vemos como muy cercana, como muy amiga”.

“Uno dice pucha, esta es una compañía diferente a lo que uno incluso esperaba, a lo que está tan acostumbrado, ver a las compañías muy frías. Fue una sorpresa agradable, muy agradable”.

Finalista Amor Textil
Pensionado desde 2008

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Cecilia del Carmen Zúñiga

“Yo recomiendo siempre a mis hermanos, porque somos 10 hermanos profesores, que cuando les toque la hora de jubilar, se vengan a Penta Vida, por todas estas cosas maravillosas que tienen ustedes y no es “pateriar” (ser patera).”

Ganadora El Medio Ambiente
Pensionada desde 2017

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Carlos Cañas

“Primero comenzar dando las gracias a Penta Vida por este momento que nos ha permitido vivir entre varios adultos mayores, que ya tenemos nuestra “Tarde aquí al Frente”, así que muchas gracias, Penta”.

“Ha sido un momento muy especial, muy hermoso cada relato, lo que ha permitido conocernos un poquito más”.

Ganador El Contador de Películas
Pensionado desde 2013

Los 10 Ganadores

Par de corazones

Aquella amistosa pareja de ancianos, que se reencontraba a diario junto a la frondosa buganvilia, había compartido primaveras en sus años juveniles. Seis décadas después, como perfectos desconocidos, se reencontraron en el hogar de ancianos, sin reconocerse.

Conversaban de las mismas cosas todos los días. El Alzheimer no daba espacio, en sus atrofiadas memorias, para desarrollar otros temas.

Ninguno se refería a los veinte primeros años de su vida, como si quisieran guardar secretos convenidos. Habiendo pasado más de tres meses de conversaciones repetidas, ella se atrevió a tocar la mano derecha de él. Ese simple gesto, se convirtió en chispazo sensorial suficiente, para unir neuronas precisas, en sus mentes agotadas, que devolvieron al instante recuerdos de días compartidos.

Sus corazones ya marchitos, por preinfartos anteriores, no fueron capaces de soportar el despertar de emociones, que hasta ese momento estaban adormecidas en sus frágiles memorias.

Personal del hogar de ancianos, hicieron infructuosos esfuerzos por revivirlos. Cuando llegó el servicio de urgencia, solo pudieron constatar el deceso simultáneo de ambos, sin imaginar que sus corazones se habían unido, para que su muerte no fuera solitaria.

Autor: Edita Del Carmen
Rut: 5.608.xxx-x

Entre canas y cuentos

Entre canas y cuentos, hay sudor, pena y alegría.
Entre canas y cuentos confieso, que esta vida es mía.
Aunque tenga cabello blanco como la nieve manos arrugadas, como una pasa
Pies agotados, como batería sin energía
Llenan mis años de recuerdo y sabiduría
Por ello no estoy triste, porque disfruto
de esta dulce y tierna alegría.
El sol y la luna testigos de esta pasantía,
no olvidemos los años y a Dios que nos dieron herramientas para sonreír hoy día.
Brujita linda hermosa, me dice el espejo
Que los cabellos plateados que te coronan son tu fiel reflejo.
Entre canas y cuentos hay sudor, pena y alegría.
Entre canas y cuentos confieso, que esta vida es mía.

Autor: María
Rut: 5.830.xxx-x

Historia de un amor fortuito

En una cálida tarde de verano en Santiago de Chile, Miriam experimentó un giro mágico y sorpresivo. Mientras conducía entre las congestionadas calles, sus ojos se encontraron repetidamente con los de Guillermo quien iba en un modesto microbús. Entre el caos del tráfico y los cambios de semáforos, intercambiaron sonrisas y gestos cómplices.

En un decisivo semáforo en rojo, él mostró valentía al bajar del microbús y golpear la ventana del auto de Miriam. Con el corazón acelerado, ella sintió una conexión instantánea y abrió la puerta, invitándolo a entrar en su vida.

Así comenzó su historia de amor, floreciendo como un jardín en primavera. Juntos enfrentaron desafíos y celebraron victorias, formando una familia sólida y amorosa. Sin embargo, como en todo cuento, el destino les tenía preparado un giro inesperado. Un trágico accidente separó sus vidas de manera repentina y dolorosa.

Ahora, a los 65 años, Miriam mira hacia atrás con gratitud por haber encontrado la fuerza para criar a sus hijos sola. Cada obstáculo fortaleció su espíritu, convirtiéndola en una mujer más valiente. Su historia es testimonio de coraje, resiliencia y amor inquebrantable, encontrando la verdadera felicidad en los pequeños momentos de la vida que el destino le ofreció.

Autor: Miriam
Rut: 8.727.xxx-x

El regalo más valioso

El recolector mira los escaparates saturados de colores, luces y regalos variados. Muchas personas pasan por su lado, pero son invisibles para él. Hoy le avisaron que no seguirá en su puesto de trabajo. No hay esperanza de comprar ese regalo soñado, porque hay deudas por pagar y no quiere seguir acumulándolas. Camina lento; no quiere llegar a casa. Maldice y llora. Tiene pena y vergüenza. Pero es navidad y su mujer y el pequeño hijo le esperan como siempre con una cena austera y celebrar como siempre. Seca sus lágrimas. Siente una gran necesidad de correr. Llega a su hogar, entra y lo recibe un gran abrazo. Alza al pequeño en sus brazos. Este le acaricia el rostro y besa su frente. Siente un grato calor que recorre su cuerpo y entonces entiende que tiene el mayor tesoro y el más hermoso regalo; su familia. Mañana habrá tiempo para los problemas. Es momento de celebrar.

Autor: Ana Pilar
Rut: 6.901.xxx-x

El contador de películas

Años 60’, San Antonio. Tenía 14 años, y con mis amigos estábamos, como de costumbre, bajo nuestro poste de luz, cuando les conté que por fin había podido ir al cine. “¿Qué película viste?”, “Yo nunca he ido al cine”, “Yo tampoco”, “Cuéntala”. Y empecé a contarles. Al principio tranquilamente, pero luego, cuando tenía capturada su atención, el relato fue adquiriendo vida propia, y empecé a mover las manos, el cuerpo, imitando voces, banda sonora, cambiando de ritmo y volumen, para que pudieran ver a través de mí la película. Hubo risas, emociones, y al final un aplauso.

Al otro día uno me pasó unos billetes. “Ya, Carlos. Juntamos esta plata para ir al cine”. “Pero con eso no alcanzamos a ir todos”, le dije. “No, amigo. Vas a ir tú solo. Luego nos cuentas la película”. Y así fue como, sin darme cuenta, me convertí en un contador de películas. Fui Tarzán, mona Chita, fui Jane y Boy. Pero también fui James Dean, en su Rebelde sin causa, y fui Gigante.

Hoy mis nietas me preguntan: “Tata, ¿Y ahora te dan ganas de contar películas?”. “Cada vez que paso bajo un poste de luz”, les respondo.

Autor: Carlos
Rut: 5.306.xxx-x

Un cuento de misterio

En una tarde de otoño, cuando empieza a oscurecer manejo mi bus de locomoción colectiva de San Pedro a Concepción. Todo está gris y solo veo luces titilar. Empiezo a cruzar el puente Juan Pablo II y veo reflejadas las luces en el agua. De repente todo se oscurece y sigo mi camino solo con la iluminación de los focos delanteros del vehículo. Voy absorto en mis pensamientos, queriendo llegar luego a mi hogar. Sigo atravesando el puente. Miro por el espejo retrovisor y solo hay oscuridad. Vuelvo mi mirada a la ruta cuando de repente siento una mano en mi hombro. Me recorre un frío en todo el cuerpo y empiezo a temblar sin atreverme a mirar. Avanzo un poco más y freno, enciendo las luces y vuelco mi mirada. Mi sorpresa es mayúscula al ver a un hombre detrás mío. Tenía problemas para mantenerse en pie. Era un pasajero que se quedó dormido en el último asiento, despertándose en medio del puente. Mi miedo se transformó en ira. Y le digo algunos improperios al muchacho mientras aún me tiritaban las piernas, ¿Cómo pudo suceder que una situación común me hiciera estremecer?

Autor: Estela
Rut: 6.292.xxx-x

A corazón abierto

Llevaba un tiempo sintiéndome diferente, mis capacidades deterioradas. Cansado, poco entusiasta, irascible ante lo cotidiano y extrañamente bueno para dormir. En mis 55 años de vida laboral ininterrumpida nunca fui amigo de la siesta, ahora era algo distinto, horas y horas, que fueron cruciales.

Eran las 3 am y un despertar repentino inicia un largo andar hasta este instante en el que escribo. El pecho como un tizón encendido, solo así consigo definir el dolor sentido, eso y el miedo a lo desconocido. Se hace urgente encontrar respuestas. Indicaciones, exámenes, procedimientos y revisiones que no dan crédito que yo pudiera estar vivo, mi cuerpo se tambaleaba en la supervivencia, en la cuerda floja de mi flujo sanguíneo.

Así, este sobreviviente se adentró en la única oportunidad que tenía, el impactante nuevo mundo de los avances tecnológicos de la medicina. ¿Quién hubiera podido prever que una operación a corazón abierto podría salvarme la vida? Terror, esperanza e incredulidad confluyeron simultáneamente hasta que el médico aparece con el alta, cuál Jesús a este lázaro, levántate y anda.

Ahora soy un hombre sano. Pensar que yo nunca he sido un hombre de afectos desbordados, cómo te obliga la vida a abrir el corazón.

Autor: Américo
Rut: 6.240.xxx-x

Soltando amarras

Aquí estoy, mirando desde las alturas al mar en toda su magnitud y al sol cara a cara.

La vida me llevó a soltar amarras, sin sospechar que ya estaba preparada. Los pesos de la responsabilidad, ya no estaban. Sonrío sutilmente, es algo nuevo y no sé, si lo merezco.

Mi alma confiada y en paz, me dice que todo va estar bien, por todo lo ya hecho. Aunque una voz profunda me alerta y me repite una y otra vez, que suelte también, las amarras del miedo. Que confíe en los nudos hechos durante todo este tiempo. Es hora de alcanzar mis propios sueños.

Hoy entiendo que puedo volar alto, sin temor a perderme en el cielo, pues los lazos amarrados son firmes y duraderos, porque son lazos de amor verdadero.

Autor: Teresita
Rut: 8.610.xxx-x

El medio ambiente

(Música)
Había una vez en un hermoso lugar donde no había contaminación, solo luz, calor, vegetación y animalitos cantaban y jugaban a la ronda.

(Música)
De pronto todo se puso negro y llega la contaminación. “ja ja ja. Yo soy lo malo, lo feo, mueran, mueran.”

Y se marchitan las flores, caen los árboles y mueren los animalitos. Y el sol se va triste alejándose. De pronto aparece el hada madrina: “¿Uh amiguito, por qué te vas?”

“Porque llegó la contaminación, nunca más estaré en este lugar.”

“No, no puedes irte, vamos.”

Saca su varita mágica el hada madrina al ver todo negro y muerto.

“Vete, vete.”

Y cae la lluvia tan fuerte que limpia y mata la contaminación, llega el sol y calienta y le da vida a todos los animalitos, flores, árboles nuevamente son felices. ¡Viva el medio ambiente limpio y puro, no quemar hojas, no botar basura! ¡Viva!
(Música)

Autor: Cecilia Del Carmen
Rut: 8.065.xxx-x

El baile de los zapatos viejos

Había una vez en el asilo de “Los Abuelitos Felices” dos viejecitos, Manuel y Manuela. Aunque sus huesos crujían como hojas secas, sus espíritus seguían siendo jóvenes y traviesos, y decidieron salir a bailar. “¡Pues vamos a hacerlo!”

Así que, con sus zapatillas gastadas, y bastones en mano, se dirigieron al salón de baile. La música comenzó, y Manuel tomó a Manuela en sus brazos. Sus pies se movieron torpemente al ritmo, pero sus ojos brillaban como estrellas.

De repente algo mágico sucedió: sus zapatos cobraron vida propia. Manuel giró como un trompo y Manuela hizo piruetas como una bailarina de ballet. Los demás abuelitos los miraban atónitos.

Gritaban al unísono “esto es mejor que las pastillas”. Ambos se reían a carcajadas.

Bailaron hasta que el sol se asomó por la ventana. Desde entonces, todos los días a las tres en punto, Manuel y Manuela se calzan sus zapatos viejos y danzan como si no hubiera mañana.

Y así, en Los Abuelitos Felices, el baile se convirtió en la mejor terapia.

Autor: Marcela
Rut: 6.345.xxx-x

¡Felicitaciones!

Volvemos a darles gracias por su participación. Estamos seguros de que disfrutarán sus premios.

¡No olviden participar en 2025!

Sobre el concurso

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Premios:

Los 10 cuentos finalistas serán publicados en la página web y en las redes sociales de Penta Vida. ¡Tú historia podría inspirar a muchos!

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Ceremonia de premiación

Se llevará a cabo una ceremonia de premiación especial para celebrar a los finalistas y compartir sus cuentos.

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Bases del concurso

Revisa las bases legales de este concurso y toda la información relevante aquí.

Calendario:

Período de Participación: 1 de Junio al 30 de Junio 2024.

Evaluación de cuentos: Del 1 al 12 de Julio 2024.

➤ Publicación de finalistas: 19 de Julio 2024.

Ceremonia de premiación: 31 de Julio 2024.